viernes, 5 de marzo de 2010

DEDICADO A LAS PERSONAS QUE ESTAN PASANDO TRIBULACIONES POR LOS TERREMOTOS

En solidaridad con las personas que han pasado y están pasando sufrimientos en varias partes del mundo a través de los cambios climatológico, terremotos , etc. quiero compartir este artículo tan interesante escrito de un grupo que participa con otros grupos en apoyar a las victímas del terromoto de Haití y de otros lugares:

Religión pura en Haití


Como consecuencia del terremoto en Haití que dejó millones de vidas destrozadas, el mundo vio y sigue siendo testigo de las muestras de amor, compasión y servicio a gran escala.
Es una imagen que hemos visto antes: cuando las vidas son devastadas por un desastre, lo mejor de la humanidad surge y muchos dejan de lado sus comodidades personales, sus compromisos e intereses para participar en lo que de manera desinteresada en la Biblia se describe como la religión pura y sin mácula---“visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones…”
Miles de personas vinieron a mi Iglesia para ofrecer su ayuda - y somos solamente una organización entre muchas. “Fui misionero ahí y hablo creole. ¿De qué manera puedo ayudar?”, “Soy médico y puedo salir para allá ahora mismo si me consigue un pasaje en un avión”.
Mientras que otras agencias de ayuda y gobiernos pusieron en marcha su respuesta, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días movilizó inmediatamente los recursos de ayuda humanitaria tan pronto se notificó a las Oficinas Generales de Salt Lake. En ocasiones trabajamos con ONG o con otras organizaciones de beneficencia o denominaciones religiosas, en ocasiones trabajamos solos; administrando los esfuerzos de ayuda por medio de nuestros almacenes de ayuda para emergencias en la República Dominicana, o en Miami o en Denver, lo que mejor funcione. Se atienden las necesidades más urgentes con cargamentos de emergencia a la vez que se evalúan las necesidades a largo plazo. Todos sabemos que la reconstrucción tomará años.
Pero hubo algo que me impresionó mientras los esfuerzos por ayudar cobraban fuerza, lo más urgente era la atención médica y el rescate, después el suministro de alimentos, de agua y tiendas de campaña, pero lo que los haitianos necesitan más, es la ayuda para recuperarse del sentimiento de desesperanza al encarar la tormenta.
Esta declaración de los líderes de mi iglesia me hizo reflexionar:
“El dinero no es la única necesidad en Haití. La gente está asustada, desconcertada y totalmente insegura acerca de su futuro. Además de lo que las personas pueden hacer al ayudar con alimentos, agua y refugio, debe haber un sentimiento de sosiego que dé alivio a esa atribulada nación. Invitamos a todas las personas que pidan a Dios un espíritu de tranquilidad y paz para ese pueblo”.
Yo no estaba en Haití, me encontraba trabajando en mi cómoda oficina en Salt Lake, al pendiente de las imágenes de la televisión o de la pantalla de la computadora que transmitían los horrores sufridos por nuestro vecino caribeño, pero esa declaración me ayudó a imaginar lo que sentiría una jovencita haitiana de 15 años al despertarse en una camilla de un hospital ambulante y sus últimos recuerdos fueran los de su hogar colapsando sobre su familia. Pensé en el desconcierto al tratar de sobrellevar esa situación cuando se está herido o se tiene una extremidad amputada. Incluso los amables rostros y la preocupación de los doctores – personas extrañas hablando en idiomas extranjeros – no son de gran ayuda. Tampoco quitan el dolor de los niños que terminaron siendo huérfanos. Después de todo lo que podemos hacer físicamente para traer el alivio, sería apropiado y correcto pedir a nuestro Padre Celestial que dé tranquilidad y calma para aliviar lo que estos esfuerzos no pueden lograr.
Hay personas que primeramente se preguntan por qué Dios permite que sucedan estas cosas; no me incluyo. Los movimientos tectónicos o las fuerzas sísmicas ocasionaron este terremoto, no Dios. Creo que la etapa de vida en esta tierra inevitablemente incluye los desastres imprevistos, tanto en las naciones como a los hombres, mujeres y niños en lo individual. Creo que en tales circunstancias los seres humanos sienten la necesidad de ayudarse unos a otros, y que lo mejor de nuestro lado humano surge en la forma en que enfrentamos las necesidades de unos y otros.
Las asociaciones que han ayudado a Haití son varias. Algunas son religiosas y otras no. Durante las últimas dos semanas mi Iglesia ha trabajado con las Naciones Unidas, con CARE (Cooperativa para asistencia y auxilio en cualquier parte), Food for the Poor (Alimentos para los pobres), International Relief and Development (Ayuda internacional y desarrollo), la Cruz Roja Americana, Islamic Relief (Socorro Musulmán), Manos que ayudan para Haití y Airline Ambassadors. A pesar de las muchas diferencias, todos en este grupo de ayuda desean hacer lo que sea mejor para la gente de Haití. No existe más motivación que el amor y el cuidado para sus hermanos y hermanas haitianos. Esto es la religión pura, en su forma más sencilla e importante.
Por Michael Otterson | 2 de febrero de, 2010

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